miércoles, 8 de agosto de 2018

El arte de los bocatas chinos

Buns&Bones lleva la tradición oriental a la plaza de Antón Martín

Cuentan los grandes expertos en gastronomía que este año encontraremos un sustituto a los baos. Pero, bueno, los grandes expertos en gastronomía también dijeron hace seis o siete años que lo de las hamburguesas estaba a punto de acabarse y, la verdad, es complicado encontrar a alguien ha visto la moda de las hamburguesas diluyéndose en los últimos meses. La gente de Buns & Bones, que abrieron hace un año y pico un local en Antón Martín –entre el mercado y el Cine Doré, no se puede ser más metafísico-, saben que las modas duran lo que la gente quiere, no lo que los expertos vaticinan y por eso han abierto una sucursal de su originario y original local.
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Interior del restaurante Buns & Bones, en Antón Martín.

Ideal para los legos en la materia

Lo mejor: el bao de pato Pekín
Lo peor: un speakeasy, cócteles y otras cosas que igual no eran necesarias
Para ir con: gente que no sabe de qué va esto. como introducción al bao es impecable
Era complicado encontrar mesa, pero era fabuloso. Los baos estaban tremendos, el pulpo y la costilla, igual, y se degustaba todo en un ambiente y con una decoración que eran justo aquello que uno imagina que es un lugar moderno antes de que los modernos se lo carguen. Ahora, traducen esta básica pero sensata carta alrededor del bao (pato Pekín, gambas, costilla, etc.) y las brasas a un espacio de mayor tamaño y localización céntrica, un lugar al que el público puede ir sin querer, un espacio para que todos puedan probar lo que creen que es moda, pero que los gurús desprecian. Y no es que no se pierda nada en esta traducción de Buns & Bones al mundo del transeúnte. Se pierde, no solo la intimidad y la idea maravillosa de creerse especial degustando algo que parece moda en un espacio que pocos conocen, sino que las ideas alrededor de las que se ha armado esta ampliación del campo de batalla son demasiado Gran Vía.
Al final, lo que sucede es que, mientras la comida esté rica, hecha con cariño y mantenga una dosis de originalidad que haga que a uno le apetezca volver, el hecho de que la ubicación sea obvia y que los accesorios con los que se arma para trascender sean algo cutres, deja de importar. Eso sí, uno puede rebajar la autenticidad de su mensaje una vez,. A la segunda, ya hay penalización.

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