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domingo, 19 de agosto de 2018
Enamorados del ‘finger food’, el pan y la ‘kombucha’
Los
grandes chefs apuestan por los alimentos fermentados, dan protagonismo
al pan en sus menús e invitan a comer con los dedos. Tendencias muy
sabrosas y curiosas
Ampliar fotoComer con las manos está de moda, tanto en los restaurantes informales como en los de alta cocina.
Más allá de modas pasajeras, la obsesión generalizada por la salud y
la vida sana y el impacto de las tecnologías móviles orientan las
tendencias del futuro a la hora de comprar, cocinar y comer. Amazon, el
gigante del comercio electrónico, junto a otros cibermercados en auge,
abre nuevos horizontes a las transacciones de alimentos y bebidas que
irrumpen en hogares y restaurantes a golpe de clic. Por su parte,
prosiguen los gestos en contra del despilfarro y aumentan las acciones
en favor del medio ambiente, el reciclado y la sostenibilidad. La alta
cocina, con su pujante dinamismo, se muestra como una olla en plena
ebullición. El auge de los alimentos fermentados ratifica la inquietud
de los mejores cocineros por buscar nuevos sabores y contribuir con sus
recetas a mejorar la salud. En paralelo, mientras se consolida la
pujante cocina verde y crece la influencia de los sabores orientales y
latinos, se prodigan los movimientos que afectan a la maduración de las
carnes o a las formas de comer, incluidas secuencias del más refinado finger food (comer con los dedos).
La idea de comer con las manos, al menos una parte del menú, ya la
propuso Ferran Adrià en elBulli años atrás. El fenómeno rebrota ahora
entre algunos de los mejores restaurantes del mundo. Sucede en Noma (Copenhague), De Librije (Zwolle, Países Bajos), Mugaritz (Errenteria) y en Ricard Camarena
(Valencia), entre otros restaurantes de alto rango que brindan parte de
sus degustaciones sin el auxilio de cucharas, tenedores ni cuchillos.
Son menús compuestos parcialmente por bocados secos, sin jugos ni
caldos, en formato tapa. En paralelo, surge la comida que se disfruta
solo con el auxilio de cucharitas, como sucede en Maruja Limón (Pontevedra), Disfrutar (Barcelona) y Culler de Pau
(O Grove). Recetas que exigen platos hondos, de pequeño tamaño o
cuencos recogidos, donde sólido y líquido se integran. Atrás comienzan a
quedar las incómodas pizarras y los grandes platos blancos que a modo
de lienzos acogían raciones reducidas. Nuevas formas de comer para
cocinas creativas que no dejan de evolucionar.
Botellas de vidrio de diferentes colores.
2. Reciclado y medio ambiente
La hostelería, aseguran las cifras, consume el 48% de los envases de
vidrio de un solo uso que llegan al mercado. Por lo que se ha convertido
en un sector estratégico para el reciclaje y la protección del medio
ambiente. La reciente vinculación simbólica de Ecovidrio, entidad sin
ánimo de lucro, con los hermanos Roca (Celler de Can Roca,
Girona), comprometidos a reciclar el 100% del vidrio que consumen en su
restaurante, constituye un gesto significativo sin otro fin que
sensibilizar a un sector que agrupa a bares, restaurantes y hoteles. “La
denominada #lagrancadena persigue devolver a la naturaleza lo mucho que
nos da”, asegura Joan Roca. Una manera de cuidar el medio ambiente.
Restaurantes como Arzak (San Sebastián), Casa Gerardo (Prendes), Aponiente (El Puerto de Santa María), Pepe Solla (San Salvador de Poio), Miramar (Llançà), Can Jubany (Barcelona), Sant Pau (Sant Pol de Mar), Coque (Humanes de Madrid) y Quique Dacosta (Dénia) se han sumado a la iniciativa que forma parte de la conocida etiqueta #StopFoodWaste (#StopAlDesperdicioDeComida).
Un surtido de panes.
3. La emancipación del pan
En muchos restaurantes el pan continúa cumpliendo una función
accesoria. En la alta cocina, sin embargo, ha comenzado a modificar sus
papeles hasta convertirse en un plato principal. Interrumpe las
secuencias de un menú y se presenta entre dos servicios, aislado. Se
ofrece solo o acompañado de mantequilla o aceite, y en el momento en que
los comensales lo han degustado se retira. Así sucede en restaurantes
con estrellas Michelin de tanta categoría como Atera (Nueva York), Maaemo (Oslo), Niko Romito
(Castel di Sangro, Italia) y algunos más. Cada vez son más los chefs
que lo elaboran ellos mismos. Pero también aumentan los cocineros que lo
apartan de sus degustaciones (como David Muñoz o Albert Adrià), que
brindan menús sin pan, cuando no le atribuyen un papel restringido para
servirlo al final, como sucede en el restaurante Mugaritz
(Errenteria), donde Andoni Aduriz lo presenta en el último momento en
compañía de un gran queso artesano de leche cruda, a modo de colofón del
menú.
Receta de puerco con 'kimchi'. Inti St Clair/Blend Images LLCGallery Stock
4. Los nuevos fermentados: más allá del ‘kimchi’
No se trata de una moda, sino de una fiebre que contagia a los
mejores cocineros. Tras el rastro de sabores nuevos, numerosos chefs
europeos ahondan en el ámbito de los fermentados por su doble papel,
como alimentos probióticos y salutíferos, y por su capacidad de
convertirse en aderezos ideales para mejorar sus recetas. Nuevos
archivos de sabores, olvidados o desconocidos, con lejanos antecedentes
en los países asiáticos y en la vieja Europa, desde el kimchi coreano al chucrut franco/alemán. En el epicentro de esta corriente figura la recuperación de la kombucha
u hongo chino. Con cucharadas de kombucha se enriquecen zumos de frutas
y batidos, y se mejoran macedonias y ensaladas. “Los alimentos
fermentados poseen olores intensos y a veces poco agradables. Pican,
saben salados, dulzones y amargos, pero prestan profundidad a los platos
y poseen enzimas que ayudan a digerir”, afirma el chef Mario Sandoval, a
punto de publicar un libro sobre esta disciplina. Aparte de los ñoc man o nam pla,
salsas de pescado fermentadas que prestan identidad a las cocinas del
sureste asiático, o del bagoong, pasta de gambas vietnamita, y del miso
japonés, obtenido de semillas de soja, la familia de los fermentados se
estira sin cesar. Trabaja con kombucha el chef holandés Jonnie Boer en
su restaurante De Librije, y hace lo propio René Redzepi en Noma.
En España, aparte de Rodrigo de la Calle, pionero en la materia, numerosos profesionales trabajan en esa dirección. Mario Sandoval ensaya con kimchis,
encurtidos y misos obtenidos a partir de productos españoles.
Fermentados de purés de judías de Tolosa, de judías pintas, de garbanzos
pedrosillanos, pochas y lentejas rojas, de lombardas, repollos y
achicorias. Y también de papayas y aguacates de las huertas
subtropicales de Málaga y Granada. Técnicas lejanas aplicadas a
productos de proximidad. Algo muy especial.
ampliar fotoPlato con setas del restaurante El Invernadero.
5. Libre de gluten
Hace años, el enemigo a batir era el colesterol. Ahora parece que el
gluten ha tomado el relevo. Con razón o sin ella, la comida saludable
centra sus alabanzas en las comidas sin gluten. No hace falta ser
celiaco para abrazar esta corriente que parte del supuesto de que el
trigo y otros cereales con gluten son responsables de algunas
enfermedades, una idea que han desmontado instituciones como la Grain Food Foundation
y la Universidad de Saint Paul. Todo comenzó con el libro del
cardiólogo William Davis Wheat Belly (Sin trigo, gracias), quien
califica el trigo de “veneno cotidiano” porque engorda y aumenta los
niveles de azúcar en sangre. Según algunos cálculos, más de 20 millones
de estadounidenses ya han decidido prescindir de este alimento sin ser
intolerantes. En España, de momento algunos chefs como Rodrigo de la Calle (El Invernadero, Collado Mediano) presumen de servir sus menús sin gluten.
ampliar fotoUna tienda de vinos. Luca SageGallery Stock
6. La compra, por Internet
Amazon,
el gigante del comercio electrónico, ha calado hondo entre compradores
cotidianos de alimentos. Y su catálogo de productos alimenticios crece a
pasos agigantados. Se pueden comprar latas y alimentos en conserva,
pero también bandejas de lomo, frutas y productos frescos y congelados. Y
vinos. Los acuerdos de esta plataforma han alcanzado a las marcas
blancas del supermercado Dia en Madrid a través de su servicio Prime
Now, que garantiza plazos de entrega a domicilio de una hora. Una
tendencia imparable a la que no dejan de sumarse comercios
especializados como la tienda de vinos Lavinia,
con más de 1.500 referencias. Incluso el mercado de La Paz, también en
Madrid, que ha sido el primer mercado de abastos con acuerdo de
distribución con Amazon. Los puestos tradicionales de La Paz sirven así a
domicilio quesos, chorizo o jamón ibérico. Las entregas ultrarrápidas
de Amazon se expanden también por Cataluña.
Por su parte, eBay,
no contento con sus subastas de botellas raras, lanzó el pasado mes de
mayo su tienda de vinos online con miles de marcas de más de 30 países.
Nuevas puertas de un comercio que se desmarca de lo tradicional.
ampliar fotoLa parrilla del restaurante Etxebarri. GorkaLejarcegui
7. Carnes de maduraciones extremas, la otra religión
Nunca como ahora los aficionados a las chuletas de vacuno han estado
tan enfrentados. Más allá de aspectos fundamentales como las
características de cada raza bovina, sus cruces, orígenes, infiltración
de grasa de la carne, regímenes alimenticios del ganado, técnicas de
asado, pericia de los parrilleros y carbones ideales para alimentar las
brasas, lo que preocupa ahora son los meses que los costillares
permanecen en cámaras sometidos a maduración. Frente a los plazos cortos
que aplican los asadores vascos tradicionales —entre tres y seis
semanas—, crece el número de quienes buscan las maduraciones extremas,
que se prolongan durante meses, incluso hasta más de un año, tal y como
realiza el restaurante Lomo Alto
(Barcelona). Una apuesta por alcanzar los límites del riesgo
descubriendo sabores nuevos. Entre los pioneros de las maduraciones
prolongadas figura José Gordón (Bodega El Capricho,
en Jiménez de Jamuz, León), que comenzó a madurar durante meses los
gigantescos bueyes que sacrifica para su restaurante y cuyas carnes han
sido calificadas como las mejores del mundo por The New York Times, The Guardian y Time.
“Soy partidario de las maduraciones largas (entre 70 y 120 días), pero
nunca extremas”, dice Gordón. Detrás de este nuevo movimiento se
encuentra la empresa Cárnicas Lyo en Mercamadrid, que vende sus carnes a
restaurantes de toda Europa. Entre otros a Lomo Alto, cuyo director
gastronómico, Carles Tejedor, se muestra entusiasmado. Y al restaurante Ca Joan (Madrid) y a la Taberna de Elia (Pozuelo de Alarcón). Incluso el famoso asador vasco Etxebarri
(Atxondo, Bizkaia) ha apostado por este tratamiento. En España el
número de asadores que siguen esta corriente no para de crecer. ¿Moda
pasajera o tendencia perdurable? El tiempo lo dirá. Por ahora, el
fenómeno no parece que vaya a remitir, sino todo lo contrario.
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